Yo no quería, no quería haber nacido. Me senté junto a la fuente mirando la tarde nueva... El agua brotaba lenta. No quería hacer nacido. Me fui bajo la alameda a ocultarme en su tristeza. El viento lloraba en ella. No quería hacer nacido. Me recliné en una piedra por ver la primera estrella... ¡Bella lágrima de estío! No quería hacer nacido. Me levanté de mi pena... (Ya estaba en el sueño hundido.) Yo no quería, no quería haber nacido.
Emilio Prados, Cantar Triste, 1946