Bajo las sabanas nos mantendremos cálidos y no moriremos de frío en este invierno.
Bajo las sabanas voy a contar y besar cada uno de tus lunares.
Bajo las sabanas voy a palpar los vellos de tus piernas y tu pecho.
Bajo las sabanas vamos entrelazar tus piernas con las mías, tus manos con las mías y viceversa.
Bajo las sabanas voy a recorrer todo tu cuerpo.
Bajo las sabanas vas a anidar en mi pecho para que sientas mi palpitar y viceversa.
Bajo las sabanas voy a llenarte de besos, abrazos y caricias.
Bajo las sabanas nos vamos a liberal y ser nosotros mismos, sin armaduras.
Bajo las sabanas dormirás a gusto conmigo y viceversa.
Bajo las sabanas te voy amar.
Sabes yo confio en ti y estoy seguro que la harás feliz, porque yo sé muy bien que las personas inteligentes como tú saben arrullar con frases, conquistar con versos, enamorar con poemas. Espero por favor puedas perder la lógica y la razón amándola, porque para mi la única manera correcta de amar es perdiendo la cordura.
Jueves, 23 de marzo / 02:45 A.M.
Yo deseaba quererte, pero tú y tu maldito “miedo” no me dejaron, y después descubrí que tu “miedo” tenía varios nombres, cada vez que intentaba acercarme a ti, tú construías una gran muralla, yo que estaba dispuesto a todo por ti, hasta el punto en el que ya no sabía cómo acercarme y mucho menos sabía cómo quedarme, así que decidí alejarme y te dije “adiós” porque el “adiós” es para siempre, para irse lejos, para no volver, para olvidar.
Sé que algún día nos volveremos a encontrar y ahí en ese preciso ínstante espero que te des cuenta de lo mucho que me importabas, de lo mucho que quería quedarme contigo, de lo mucho que trate de mantenernos unidos, pero da la casualidad que eso que yo tanto anhelaba contigo se construye de a dos y tú cariño, tú no estabas ayudando, solo no podía, ya me estaba cansando, me sentía agota de solo dar, dar y dar y no recibir ni un poco. Ahí te darás cuenta que yo, yo soy de esas casi extintas personas que saben amar bonito.
Nos volveremos a encontrar, de eso estoy muy seguro… y tú, tú maldito hijo de puta me vas a extrañar.
Era viernes, tenía una cita con alguien a quien estaba empezando a querer. Fue algo sencillo, nos encontramos en un centro comercial, caminamos durante mucho tiempo, ya un poco cansados decidimos sentarnos en un banco de cemento en un acogedor lugar con una gran fuente, muchas plantas y frente a nosotros había una iglesia.
El lugar es muy pacifico, poco transitado, ahí sentados hablamos de todo un poco, él me contaba de su niñez, de su adolescencia, de su familia, de sus amigos, de su estudio, de sus planes, metas y sueños, también me hablaba de cosas muy específicas e íntimas, e agradaba ya que sentía que estaba depositando su confianza en mí. También le hable de mí y de todo lo que me rodeaba, de todo lo que me había pasado y de todo lo que quería.
Se acercó, me beso… seguimos hablando y besándonos, puso su cabeza en mis piernas para que lo acariciara, así que tome su cabello y lo entrelace con mis dedos, le agradaba aunque le daba cosquillas, con la otra mano tocaba su mejillas suavemente, estábamos muy cómodo; mi teléfono empezó a sonar, no conteste pero me di cuenta que ya habían pasado un poco más de cinco horas desde que salí de casa y antes de salir deje una nota en el refrigerador que decía “vuelvo pronto fui hacerle un favor a la abuela” ¡que estúpido!
El tiempo paso y no me fije en la hora solo cuando el sol se había ido, en ese lapso de tiempo me concentre por completo en él, me hizo olvidar de mi reloj y mi teléfono.
Le dije que tenía que volver a casa, así que de camino lo deje en la estación del metro, nos despedimos y yo seguí, mientras caminaba me sentía tonto, risueño, feliz, eufórico, también sentía un cosquilleo en la panza y sentía que flotaba, algo un tanto ridículo y muy cursi, pero se sentía bien.
Al llegar a casa tenía un mensaje en mi teléfono que decía:
“me hiciste perder la noción del tiempo, me gusta estar contigo, que me cuentes de tu vida, siempre tienes algo por decir, y tus ojitos se ven hermosos cuando hablas de algo o alguien que quieres.
Pd: quería llevarte a cenar, pero eres muy exigente”
Le respondí el mensaje y me quede pensando en lo lindo que había sido el día mientras poco a poco me dormía.
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“…bueno, tal vez no, definitivamente no, porque simplemente no soy tú, tampoco es mi intención intentar comparar los problemas de cada persona, ya que los niveles de dificultad son totalmente subjetivos.
Puede ser que para alguien lo peor que le ha pasado en la vida ha sido perder a su mascota, mientras que para otra ha sido ver como pierde a su familia frente a sus ojos y muy probablemente a los dos les haya dolido igual, al punto al que voy es que no intentes mirar cuan mala o buena ha sido tu vida, no tengas presente el dolor que has sentido o que probablemente sientas luego.
Cada caída y cada golpe nos permiten aprender y ser más fuertes para los problemas que nos depare la vida. Si tu profesión te hace feliz, enfócate en eso, olvídate del resto, si hay algo que te entristece, apártalo y no dejes que te afecte más.”
Solo basto con una pequeña caricia, un breve toque, un ligero rose entre mi cuerpo y el suyo, solo basto que estuviese en la cama conmigo, tenerle tan cerca fue celestial, no estábamos ni a centímetros ya que nuestros cuerpos eran uno solo, no estábamos sobrios pero eso no impidió que yo pudiera sentir sus suaves besos y sus dulces caricias.
Era doloroso ya que después del sexo se marchaban, pero esa vez fue distinto, ya que era la primera persona que se quedaba junto a mi después del sexo, eso me cautivo de tal manera que dije en mi mente “me gusta, me gusta mucho y mucho es poco para lo que estoy sintiendo” desde ese momento no pude sacarle de mi mente.
Todo inicio con una simple caricia, no me pude contener, así que me voltee y puse mi cara junto a la suya, al instante nuestros labios estaban juntos, cada vez que sus labios se rosaban con los míos sentía que estaba un poco más cerca del cielo, sus caricias fueron perfectas ya que lo hacía con ternura, acariciaba mis brazos, mi pecho, mi espalda, mis piernas, cada vez que me tocaba mi cuerpo se estremecía y pedía que sus suaves manos no se apartaran de mí.
Dije: - Abrázame por favor.
No respondió con palabra alguna, pero puso su pecho junto al mío y entrelazamos nuestras piernas, me abrazaba de una manera protectora y acariciaba mi cabello con dulzura, hasta que me dormí.
A la mañana siguiente abrí mis ojos y mi pecho estaba junto a su espalda, nuestras piernas entrelazadas al igual que nuestras manos, mis manos y las suyas encajaban a la perfección, quería congelar ese momento, quería quedarme así por siempre.
Me gustaba de tal manera que ni yo sabía cómo describir, me gustaba su voz, me gustaba su cabello, me gustaban sus ojos que parecen orientales, me gustaba su estatura, me gustaban sus labios, sus dientes y su sonrisa, me gustaba su nariz y eso que es un poco grande, me gustaba la manera en que me miraba, me gustaba cuando decía mi nombre, me gustaba cada parte de su cuerpo, de su ser, se su alma y de su espíritu, me gustaba completo así como es, con sus perfectas imperfecciones, no le hubiese cambiado nada, porque esa era su esencia, su ser, su personalidad.
No soy alguien que se considera lógico o racional, siempre opto por las decisiones emocionales, dejarme llevar por los sentimientos es lo mío.
Hace aproximadamente dos semanas tome la decisión de volver a mi ciudad de origen y dejar Bogotá, en ese instante supe lo que es ser adulto y tomar decisiones racionales, es duro dejar el lugar donde me siento tan a gusto, tan feliz, tan tranquilo, en el lugar donde puedo ser yo mismo, donde no debo esconderme de nada ni de nadie, en ese lugar que personalmente considero mágico en donde soy totalmente libre.
Empaque un año y medio de mi vida en dos maletas, tres cajas y un morral. Ha sido la decisión más difícil y dura que he tenido que tomar, aun no logro entender por qué siento tanta paz en esta ciudad tan caótica.
El solo pensar en dejar a mis amigos, me destroza y deja un gran vacío en mí, esos seres que transformaron mis días monótonos y aburridos en días increíbles, llenos de amor, diversión, aventura, peligro, adrenalina, risas, abrazos, juegos, fiestas, pijamadas y cenas. Esos hermosos seres que me aceptaron sin reprocharme nada, que también me ayudaron aceptarme más, ellos son la familia que yo escogí, la familia que siempre se encarga de decirme que soy el ser más auténtico que han conocido.
Mis amigos me han dicho “todo estará bien”, “tranquilo”, “devolverte es la opción más viable”, le he vuelto a explicar que dejar este lugar es como abandonar el amor de mi vida voluntariamente, siento que me están arrancando algo que amo demasiado, algo a lo que aún me aferro.
No cambiaría ni un segundo de mi tiempo en Bogotá, a ninguna de las personas que conocí. A veces la vida se encarga de quitarme lo que más amo para que me dé cuenta del valor.
Mientras escribo estas líneas mis lágrimas ruedan por mis mejillas, reproduzco en repetidas ocasiones “Triste y vacía” de Héctor Lavoe y “Me puede” de Carla Morrison. Creo rotundamente en el poder sanador de las lágrimas, me ayudan a desahogarme, a desaguar, a dejar ir lo que duele.
Ahora lo que viene es aceptar, aceptar que debo volver al “infierno”, al lugar donde jure jamás volver a vivir, ese sitio donde me siento asfixiado y aprisionado, en donde a si piense en las “cosas buenas” que tiene para ofrecerme, no logro encontrarme allí, ese lugar me hace sentir perdido y ahogado.
Entonces empiezas a comprender que la vida no es plana, que tiene sus altibajos, que todos los días van a tener momentos de felicidad, de tristeza, de amargura, de dulzura, de odio y de amor, que siempre te hará falta algo o alguien, en ocasiones nos encontraremos solos, vacíos y destrozados.
La vida es una carretera con curvas, subidas y bajadas, donde van entrelazados la lógica, los sentimientos, la razón y las emociones. La mayoría de las veces tendrás que elegir si quedarte o irte.
Recuerdo cuando solíamos encontrarnos en aquél parqué, sentarnos en los columpios, hablar durante horas, reír y tomarnos de la mano. Ahora soy yo él que va al parqué y se sienta en el columpio, sin hablar, sin reír, sin tu mano, sólo. Debí saber que te marcharías, que dirías adiós, que me dejarías, debí suponerlo, pero mi desenfrenada manera de amar no me dejaban ver eso.
Le vi con su nuevo amor, la felicidad que se tenían se sentía a metros, nunca en mi vida le había visto tan bien después de mí. Ver esa escena me dejo perplejo, anonadado y confundido, millones de recuerdos y momentos pasaron por mi mente en tan solo dos minutos, se acercó a mí y me dijo:
- ¿Cómo has estado? Hace un largo tiempo que no te veía
- Bien, todo en mi vida es perfecto – respondí
Mientras el nudo en mi garganta se hacía cada vez más grande y mis ojos se llenaban de lágrimas, le dije:
- Tengo una reunión, me alegro verte, adiós
- Espero volver a encontrarte, que tengas un buen día – respondió.
Me aleje lo más rápido que pude, mis ganas de llorar eran inevitables, me hice una pregunta “¿Cómo puede dejarle ir?” mientras rodaban por mis mejillas esas pequeñas gotas frías, un mar de sentimientos en mi mente eran lo que había causado verle de nuevo y ningún sentimiento de estos era positivo.
Lo único que hice en el día fue pensar, en todo lo que habíamos pasado cuando estuvimos juntos, llego la noche y sin un sol que brillara y calentara, me fui oscureciendo y enfriando poco a poco, hasta caer en depresión y un mar de lágrimas.
Mi alarma se activó, eran las 04:00 A.M. desperté llorando, sentí que todo había sido real, pero fue una simple pesadilla, me voltee y ahí estaba durmiendo y su rostro se veía feliz, me acerque y le susurre al oído:
- Te amo, fuiste, eres y serás el amor de todos mis días, no dejare que te marches.
Le desperté y me respondió con un beso, un beso de esos que solo podían llenarme de buenas emociones.
“yo soy amor, soy placer, soy esencia, soy pendejo, soy alcohólico, soy tenaz... Yo soy, simplemente soy.”
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