El Árbol del Tule 💗💓💖, en Santa María del Tule, Oaxaca .
3000 years old and Largest tree in the world, Mexico.
“Mi abuela siempre decía que ella, mi madre y yo, su hija, sobrevivimos al duro bloqueo de Leningrado y al hambre sólo gracias a nuestro gato Vaska. Si no fuera por este animal pelirrojo, mi hija y yo habríamos muerto de hambre como muchos otros.Todos los días Vaska salía a cazar y mi abuela preparaba un guiso con lo que traía. Al mismo tiempo, el gato siempre se sentaba cerca y esperaba la comida, y por la noche los tres nos tumbábamos bajo una manta y él nos calentaba.Sintío el bombardeo mucho antes de que se anunciara el ataque aéreo, empezó a dar vueltas y a maullar lastimosamente, mi abuela consiguió recoger las cosas y salir corriendo de la casa. Cuando huyeron al refugio, como un miembro más de la familia, lo arrastraron con ellos y vigilaron que no se lo llevaran y se lo comieran.
El hambre era terrible. Vaska estaba hambriento como todos los demás y flaco. Durante todo el invierno y hasta la primavera, mi abuela recogía migas para los pájaros, y a partir de la primavera se iban de caza con el gato. La abuela echaba migas y se sentaba con Vaska en la emboscada, su salto era siempre sorprendentemente preciso y rápido. Vaska estaba hambriento con nosotros y no tenía suficiente fuerza para quedarse con el pájaro. Cogió un pájaro y la abuela salió corriendo de los arbustos y le ayudó. Así, desde la primavera hasta el otoño, también comían pájaros.Cuando se levantó el bloqueo y apareció más comida, e incluso después de la guerra, mi abuela siempre le daba al gato el mejor trozo. Lo acariciaba cariñosamente, diciéndole: eres nuestro sostén.
Vaska murió en 1949, mi abuela lo enterró en el cementerio y, para que la tumba no fuera pisoteada, puso una cruz y escribió Vasily Bugrov. Luego mi madre puso a mi abuela al lado del gato, y después enterré a mi madre también allí. Así que los tres yacen detrás de la misma valla, como en la guerra, bajo una misma manta”.
Fuente: Svetlana Alexiévich. Últimos testigos. Los niños de la Segunda Guerra Mundial.
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«Ten siempre a Ítaca en la mente / Llegar ahí es tu destino. / Más nunca apresures el viaje». C. Cavafis
“El poeta griego de Alejandría Constantino Cavafis (1863- 1933) nos habla sobre la importancia de disfrutar el camino, cualquier camino, y no sólo añorar el objetivo: una metáfora que puede extenderse a muchos procesos de nuestra vida.
Todos queremos volver a casa, a Ítaca, avistar desde el mar la isla en la que crecimos, volver a ver a la mujer que amamos y que nos espera hace tantos años. Por esta razón, la legendaria isla griega —hogar de Odiseo, Penélope y Telémaco— es la metáfora perfecta del propósito de la vida, de eso que nunca dejaremos de perseguir.
Las Ítacas pueden ser, entonces, casi cualquier cosa: podrían representar el proceso para lograr una meta o para recuperar algo que hemos perdido, incluso, podrían simbolizar el acto de transitar por la vida de principio a fin, para finalmente volver al origen. En un poema iluminador y sólo aparentemente sencillo, el poeta griego Constantino Cavafis habla sobre la importancia de disfrutar el camino hacia nuestra propia Ítaca (cualquiera que ésta sea), pues el viaje es mucho más delicioso que la llegada al destino final.
El poema Ítaca pareciera estar dirigido al héroe Odiseo durante su regreso a casa (el camino del héroe que simbólicamente transitamos durante nuestra vida), pero en su precioso y universal lenguaje nos habla a todos por igual, y nos obsequia gentilmente un consejo que pareciera simple pero que frecuentemente obviamos. Inmersos en una vida de prisas, de recompensas fáciles e instantáneas, es común olvidar que el camino, pensado también como cualquier clase de proceso, no solamente es lo que más puede enseñarnos, sino también lo más disfrutable. Ítaca “no tiene ya nada que darte”, asegura el poeta nacido en Alejandría, por eso es mejor llegar ahí viejo, habiendo vivido aventuras y experiencias.
Los Cíclopes, los Lestrigones y la fiereza del dios Poseidón no aparecerán en tu camino si mantienes un “pensamiento elevado”, asegura Cavafis; los peligros sólo surgirán si los llevas dentro, si tu alma los pone frente a ti. Con estas palabras, el poeta nos recuerda que en muchas ocasiones son nuestros propios demonios los que nos estorban en el proceso hacia alcanzar lo que deseamos (de ahí la importancia de convertirlos en aliados).
El pequeño y deslumbrante consejo contenido en el poema de Cavafis, uno con enormes implicaciones ontológicas, bien podría llevarse a los procesos más sencillos y cotidianos de nuestra vida con resultados sorprendentes e iluminadores; una práctica de esta naturaleza, como filosofía de vida, también podría relacionarse de manera profunda con la meditación, con el trabajo de mantener nuestra mente en el tiempo presente.
Nácar, coral, ámbar, ébano, las ciudades egipcias donde es posible aprender de los sabios y la emoción de ver un puerto por primera vez son sólo algunos de los tesoros que el viaje puede darnos, y es crucial estar atentos a ellos. “Ten siempre a Ítaca en la mente / Llegar ahí es tu destino. / Más nunca apresures el viaje.” aconseja Cavafis; en otras palabras, nunca olvides tu meta, pero disfruta el recorrido, porque ese es el verdadero secreto de nuestro breve tránsito por este mundo“.
Monte Tlaloc, Texcoco edo. México.
Nunca vi un árbol descontento. Se agarran al suelo como si les gustara, y aunque arraigados, rápidamente viajan tan lejos como nosotros. Van deambulando en todas las direcciones con cada viento, yendo y viniendo como nosotros, viajando con nosotros alrededor del sol dos millones de millas por día, y a través del espacio el cielo sabe cuán rápido y lejos! - John Muir
La depresión es una enfermedad, no un capricho, es importante ayudar a aquellas personas que la padecen y no dejar que caigan en el abismo. Da amor, ofrece abrazos, un hombro para llorar y tu capacidad de escuchar, créeme, no estarás perdiendo nada sino salvando una vida.
Se que no tiene nada que ver con el blog, pero todos tenemos a alguien que sufre de depresión o nosotros mismos podemos padecerlo.
https://porquenosemeocurrio.net/15-fotografias-demuestran-la-depresion-no-cara/
Darnos cuenta, ver, tener claridad, es el primer paso para movernos. Cuando nos damos cuenta, es porque estamos listos para hacer los cambios. La (nuestra) transformación comienza en el darnos cuenta.
Pequeños pasos, medianos, y/ó grandes surgen del darnos cuenta.
Es fundamental que podamos ver cuál es/ha sido nuestro rol en la dinámica, para poder movernos de ahí, para no jugar más los juegos que nos hacen daño.
Confiemos en nuestra voz interior y movámonos desde el amor a nosotros mismos.
El amor no se mira, se siente.
Pablo Neruda (via snowdaon)
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